El pasado martes 29 de octubre, docentes de la UNM e invitados debatieron sobre la situación económica en la niñez en el Encuentro “Desigualdad y pobreza en infancia y adolescencia”, el tercero del Seminario de Derechos Humanos “A treinta años de la promulgación de la convención internacional sobre los derechos del niño. Reflexiones en torno al difícil camino de transformar necesidades".
Ana Laura Fernández (docente UBA-UNGS e investigadora en temas relacionados con el mercado de trabajo, la pobreza y la distribución del ingreso), Agustín Mario (docente UNM e investigador del Centro de Estudios de Economía Política y Desarrollo) y Pablo Tavilla (Director-Decano del Departamento de Economía y Administración) compartieron con el público presente algunos aspectos vinculados a las dificultades económicas que atraviesan niños y adolescentes y su impacto en su acceso a la educación y a sus necesidades básicas.
Ana Laura Fernández reflexionó: “¿De qué hablamos cuando hablamos de pobreza? Los economistas solemos cerrarnos en lo material y en los datos, pero hoy vamos a discutir un poco este tema, centrándonos en los niños y adolescentes. Lo que tenemos hoy es una economía en recesión, que como consecuencia produce un aumento de la desocupación y también un crecimiento de los asalariados que trabajan bajo relación de dependencia pero lo hacen de manea informal, es decir, lo que conocemos como “trabajar en negro”. En estos casos, los aumentos salariales no son fáciles de conseguir y el empleado está en una situación desfavorable y no llega a “empatar” nunca con la inflación. Esto produce una pérdida del poder adquisitivo, y cada vez con mi sueldo puedo comprar menos cosas. El promedio de esta caída es del 10%, pero en el caso de las familias más pobres es del 20%, es decir, empeoró la distribución del ingreso. La infancia y adolescencia se ven especialmente afectadas por esta situación. Las familias con niños que pierden poder adquisitivo aumentaron en el último tiempo. El 47% de los chicos y chicas viven en hogares en los que no alcanza el ingreso, pero no en todos los casos son familias sin empleo. Lo que ocurre hoy es que tener un trabajo no alcanza para no ser pobre”.
Por su parte, Agustín Mario explicó: “Hubo un aumento muy fuerte de la desigualdad y de la distribución del ingreso. En 2015, el 10% de la población más rica superaba 15 veces en ingresos al 10% de la población más pobre. Hoy, esa diferencia es de 20 veces, la brecha se agrandó un 33%. Una economía en recesión hace que todos seamos más pobres. La estimación es que, desde 2015, hay tres millones y medio de nuevos pobres en nuestro país. De estos números, el grupo etáreo más afectado es el que va de 0 a 14 años. Hay que concretar políticas públicas para este sector, pero también hay que entender que la pobreza es una condición del hogar, y que los niños son pobres porque sus padres o familias tienen trabajos precarios o directamente no lo tienen. Para resolver el problema de pobreza y desigualdad en la infancia hay que atender el mercado de trabajo”.