Nuestro derecho, nuestro lugar, nuestro futuro...

El martes 15 de mayo, la Universidad organizó la jornada “Violencia Institucional: la Agenda de la Seguridad Democrática”.

La actividad se realizó en el marco del Día Nacional de la Lucha contra la Violencia Institucional, que tiene lugar cada 11 de mayo, con el propósito de concientizar sobre esta problemática.

El encuentro fue coordinado por Verónica Vieito, docente de esta Casa de Estudios y contó con la presencia de representantes del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), organismo creado con el fin de promover los derechos humanos y garantizar su pleno ejercicio. Con motivo del

Otra forma

Manuel Tufró es Doctor en Ciencias Sociales y Licenciado en Comunicación y coordina el Equipo de Seguridad Democrática y Violencia Institucional del CELS. En diálogo con La Gazeta, Tufró aportó su mirada sobre el tema.

¿Cuál es la importancia de trabajar a partir de la Agenda de la Seguridad Democrática?
Trabajamos desde esta perspectiva porque representa una alternativa al paradigma hegemónico en materia de seguridad que es el “de la mano dura”. Nosotros creemos que hay otra forma, porque este modelo, con el fin de alcanzar mayor “seguridad”, supone una reducción de derechos, sobre todo en los sectores más vulnerables. Desde el CELS hacemos énfasis en el control de las fuerzas de seguridad, para contrarrestar los patrones de violencia y corrupción.

¿Cómo se manifiesta cotidianamente la Violencia Institucional?
En el Conurbano Bonaerense es una problemática cotidiana, por eso hay que replantear el rol de las fuerzas de seguridad. El día a día de muchos barrios está atravesado por situaciones violentas y nuestras fuerzas de seguridad, tal como funcionan actualmente, forman más parte del problema que de la solución.

 

Colectivizar un saber

Florencia Brescia y José Luis Calegari integran las Defensorías Territoriales de Derechos Humanos del CELS y en esta entrevista comparten cómo es su trabajo en los distintos barrios del Conurbano.

¿Cómo es la intervención de las Defensorías Territoriales?
F.B.: El espíritu de las Defensorías es repensar los modos de intervención en situaciones de mucha complejidad. Proponemos colectivizar un saber, atribuido tradicionalmente a los especialistas de forma elitista, para que circule y esté a disposición de quien lo necesite. Incluir nuevos actores habilita otros resultados. Lo que venimos observando es que esto permite un diálogo con los actores judiciales que impactan en el modo en que se regula la vida en los barrios. Lo importante es la disidencia para promover una incidencia en el ámbito judicial y el proceso de formación continua es central. La información es lo que está en juego hoy en  la vida diaria en los barrios.

J.L.C.: Cuando se piensa en intervención en el marco de los derechos humanos necesariamente es una intervención que incomoda gobiernos. La exigencia por el cumplimiento de los derechos siempre disiente, incomoda, altera y molesta. El trabajo de las Defensorías es preguntarse qué debería hacer cada funcionario en su rol y exigir su cumplimiento. Esto nos da mucha autonomía y somos capaces de construir esa disidencia amable que le exige al otro el cumplimiento de sus responsabilidades. Nosotros trabajamos de modo amable, disidente y constante. Nos proponemos salir del reclamo eufórico, trabajamos con alegría, que es un elemento clave. “Los pueblos tristes no vencen”, y no es solo una frase, para nosotros es una práctica de vida.